Con la tecnología de Blogger.
RSS

Pages

...............GRAND BASSAM, "ZONA ROJA".....

Después de mil llamadas, conversaciones, y cambios de planes, lo hemos conseguido. Esta mañana hemos logrado acoplarnos a una misión de la ONG para visitar la "zona roja", de la que hablé el otro día, supuestamente vetada a los expatriados: Grand Bassam, al Este de Abiyán.

Hemos tardado casi hora y media en cubrir los apenas 20 kilómetros que separan esta ciudad costera de la capital. Cruzar Abiyán de parte a parte es una odisea. Como cabe imaginarse, el tráfico discurre haciendo caso omiso a las más elementales leyes de circulación, los adelantamientos se realizan de manera indiscriminada por ambos lados, los cruces son un sálvese quien pueda y los atascos moneda corriente.

A la salida de la ciudad, dejada a un lado la enorme laguna que separa los barrios de Plateau y Treichville, decenas de vendedores ambulantes serpenteaban entre los coches vendiendo todo tipo de productos. Nos han ofrecido a través de la ventanilla mapas del país, retratos del presidente, agua en bolsas de plástico, relojes, corbatas, un Monopoly, y hasta un iPhone. La diferencia con sus homólogos en países como Marruecos o Jordania, es que aquí entienden el "non, merci" a la primera y se van a buscar otro cliente sin insistir. Eso sí, cuando alguien se interesa, no importa que el tráfico se reanude. Si el coche del cliente arranca, el esmerado vendedor correrá junto a la ventanilla hasta completar la transacción. Y ello pese al sol de justicia y a la nube de polución densa y pestilente, que lo inunda todo.

A las afueras de la ciudad, junto a la playa, se aglomeran barriadas de chabolas cuyos moradores viven de la pesca o la artesanía. Las condiciones de salubridad de estas zonas son pésimas, y no es raro encontrarse un estercolero en medio de una calle -no digamos ya en un solar-.


Por fin hemos llegado a Grand Bassan, donde hace unos días hubo tiroteos. Realmente la ciudad tiene aires de fantasmal. Sin embarco, paseando por la playa, a la que las olas del golfo de Guinea golpean con violencia, nos hemos cruzado con un buen número de niños que jugaban con las olas aprovechando que los miércoles no tienen clase.

Al llegar junto a unas barcas de pescadores varadas en la arena, un hombre nos ha advertido de que más allá de las chalupas se abre un territorio donde bandas de delincuentes actúan impunemente. Incrédulos pero cautos, hemos optado por dirigirnos al barrio colonial. Grand Bassam conoció una época de esplendor en el pasado, e incluso fue la capital económica del país. Pero las fiebres amarillas y la guerra la han postergado a la miseria.

Recorriendo sus calles de tierra roja, hemos podido ver sus casas de estilo colonial, rosadas, azules y amarillas. Fueron edificadas con todos los lujos y ahora se derrumban denegridas y oxidadas, como cadáveres hace tiempo olvidados a cuya sombra se hacinan chabolas de caña y hoja de palma.

El sol apretaba fuerte, así que hemos pasado el rato visitando una fábrica de cerámicas tan denegrida como el resto de edificios. Mientras, yo me trasegaba un agua de esas envasadas en bolsitas de plástico como si fuera una bota de vino.

Las privaciones de la localidad y la violencia latente en sus calles, no parecen hacer mella en la gente de a pie. Mujeres y hombres devuelven simpáticos el saludo al preguntarles "ça va?", y en un par de puestecillos se vendían cuadros con lemas a favor de la paz y la reconciliación.

Hay poca vida, pero la que hay parece lanzar un grito silencioso en contra de un conflicto que pocos entienden y todos quieren olvidar. El mejor ejemplo lo daban los niños que disfrutaban de su día de fiesta con bicis destartaladas o las olas del Atlántico. Muy poco -o nada- parecía importarles estar pasándoselo pipa en la llamada "zona roja".






  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

0 comentarios:

Publicar un comentario