Con la tecnología de Blogger.
RSS

Pages

............INOCENTADA (28/12/12)

Lamento el silencio hasta la fecha, pero el viaje a la laguna de los hipopótamos se convirtió en una de mis peores experiencias y no ha sido hasta hoy que he podido conectarme... Aún tiemblo.

La cosa es que llegamos al parque y alquilamos la canoa desde la que observar a los bichos en las orillas de la laguna. Sin embargo, sin darnos cuenta nos acercamos en exceso a uno que estaba sumergido. Los hipopótamos son tremendamente territoriales, y se vuelven muy agresivos cuando tienen crías, como era el caso.

El animal nos amenazó con la boca abierta y mi reacción fue levantar el remo para defender la embarcación. Mala idea, el hipopótamo se sintió agredido y acometió contra nosotros volcando la canoa. Es indescriptible la sensación de pánico al vernos en ese agua marrón con un bicho así enfurecido al lado. Aprovechando que seguía destrozando la barca, e impulsados por la adrenalina, ganamos a nado la orilla de un islote donde había unos pocos árboles.

En lo alto de uno de ellos hemos pasado la noche, hasta que hoy de madrugada han venido a rescatarnos. Estamos ahora en casa, ya en Abiyán, donde dejé el móvil, recuperándonos del mayor susto de nuestras vidas y llenos de picotazos de mosquitos. Y todo por un animal que parecía de lo más simpático. Inocente, inocente...

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

...............GRAND BASSAM, "ZONA ROJA".....

Después de mil llamadas, conversaciones, y cambios de planes, lo hemos conseguido. Esta mañana hemos logrado acoplarnos a una misión de la ONG para visitar la "zona roja", de la que hablé el otro día, supuestamente vetada a los expatriados: Grand Bassam, al Este de Abiyán.

Hemos tardado casi hora y media en cubrir los apenas 20 kilómetros que separan esta ciudad costera de la capital. Cruzar Abiyán de parte a parte es una odisea. Como cabe imaginarse, el tráfico discurre haciendo caso omiso a las más elementales leyes de circulación, los adelantamientos se realizan de manera indiscriminada por ambos lados, los cruces son un sálvese quien pueda y los atascos moneda corriente.

A la salida de la ciudad, dejada a un lado la enorme laguna que separa los barrios de Plateau y Treichville, decenas de vendedores ambulantes serpenteaban entre los coches vendiendo todo tipo de productos. Nos han ofrecido a través de la ventanilla mapas del país, retratos del presidente, agua en bolsas de plástico, relojes, corbatas, un Monopoly, y hasta un iPhone. La diferencia con sus homólogos en países como Marruecos o Jordania, es que aquí entienden el "non, merci" a la primera y se van a buscar otro cliente sin insistir. Eso sí, cuando alguien se interesa, no importa que el tráfico se reanude. Si el coche del cliente arranca, el esmerado vendedor correrá junto a la ventanilla hasta completar la transacción. Y ello pese al sol de justicia y a la nube de polución densa y pestilente, que lo inunda todo.

A las afueras de la ciudad, junto a la playa, se aglomeran barriadas de chabolas cuyos moradores viven de la pesca o la artesanía. Las condiciones de salubridad de estas zonas son pésimas, y no es raro encontrarse un estercolero en medio de una calle -no digamos ya en un solar-.


Por fin hemos llegado a Grand Bassan, donde hace unos días hubo tiroteos. Realmente la ciudad tiene aires de fantasmal. Sin embarco, paseando por la playa, a la que las olas del golfo de Guinea golpean con violencia, nos hemos cruzado con un buen número de niños que jugaban con las olas aprovechando que los miércoles no tienen clase.

Al llegar junto a unas barcas de pescadores varadas en la arena, un hombre nos ha advertido de que más allá de las chalupas se abre un territorio donde bandas de delincuentes actúan impunemente. Incrédulos pero cautos, hemos optado por dirigirnos al barrio colonial. Grand Bassam conoció una época de esplendor en el pasado, e incluso fue la capital económica del país. Pero las fiebres amarillas y la guerra la han postergado a la miseria.

Recorriendo sus calles de tierra roja, hemos podido ver sus casas de estilo colonial, rosadas, azules y amarillas. Fueron edificadas con todos los lujos y ahora se derrumban denegridas y oxidadas, como cadáveres hace tiempo olvidados a cuya sombra se hacinan chabolas de caña y hoja de palma.

El sol apretaba fuerte, así que hemos pasado el rato visitando una fábrica de cerámicas tan denegrida como el resto de edificios. Mientras, yo me trasegaba un agua de esas envasadas en bolsitas de plástico como si fuera una bota de vino.

Las privaciones de la localidad y la violencia latente en sus calles, no parecen hacer mella en la gente de a pie. Mujeres y hombres devuelven simpáticos el saludo al preguntarles "ça va?", y en un par de puestecillos se vendían cuadros con lemas a favor de la paz y la reconciliación.

Hay poca vida, pero la que hay parece lanzar un grito silencioso en contra de un conflicto que pocos entienden y todos quieren olvidar. El mejor ejemplo lo daban los niños que disfrutaban de su día de fiesta con bicis destartaladas o las olas del Atlántico. Muy poco -o nada- parecía importarles estar pasándoselo pipa en la llamada "zona roja".






  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

…...............NAVIDAD.............

A 35 grados, me cuesta recordar que es Navidad. Y eso que ayer en la cena hubo decoración, villancicos y hasta un pavo asado. Sin embargo, en camiseta y bermudas y acabando la velada con todos los comensales en la piscina, la Nochebuena no es lo mismo.

Pese a ello, ayer llegó hasta aquí el Olentzero, supongo que camuflado con el carbón que reparte, para traerme una camisa tribal y un libro. Supongo que, visto su atuendo y sobrepeso, habría sudado como un cerdico para llegar aquí.

Los habitantes de Abiyán celebraron ayer la Navidad hasta altas horas, aunque hoy en la calle todo el mundo atendía a sus quehaceres. En el "maquis" de ayer, la gente pedía mandioca mientras una mujer la molía en un almirez de madera y una chica en cuclillas fregaba los platos en unos baldes.

Las mujeres de esta ciudad son muy coquetas y dan una importancia tremenda a la apariencia. Por ello no es extraño que muchas se gasten un dineral en pelucas muy elaboradas que ciñen a sus cabellos. Precisamente por la importancia del aspecto físico, no hemos podido evitar estremecernos al cruzarnos con una joven albina.

Su piel era de un blanco nuclear y sus cabellos rojos como el fuego. Más allá de una simple diferencia en el color de la piel, se oculta una de las mayores tropelías de este continente. Los negros albinos deben añadir a los problemas de salud derivados de la radiación del sol, injusticias y abusos. Son considerados unos parias, malditos y repudiados por sus vecinos o -lo que es peor- víctimas de un espeluznante mercado negro que vende sus manos como amuletos u objetos mágicos a gente sin escrúpulos.

Digerida la explicación de Anne Laure, nos hemos trasladado al barrio de las embajadas. Nuestra comida de Navidad se ha celebrado en una enorme mansión situada junto a la también enorme embajada italiana. La comunidad de expatriados no es demasiado numerosa, así que personal diplomático, de la ONU, o de organizaciones no gubernamentales suele coincidir en este tipo de saraos.

El ágape en sí, organizado por una trabajadora de la Embajada Americana, destilaba una atmósfera un poco estirada, en la que ni Anne, ni su compañera de piso Lizie, ni servidor, encajábamos mucho.

Mucho "pleased to meet you", mucha conversación elevada y mucho postureo, acompañados de cava y canapés de salmón. Me recordaba a esa fiesta en el consulado inglés a la que acude Ace Ventura en "Operación África" y en la que el detective acaba despachando de un puñetazo a un tipejillo parecido al del Monopoly (con el que, por cierto, luego desfila colgándoselo del cuello). Creo que imaginando esa escena se me ha escapado una risa en alto.

Ha habido incluso un concierto navideño de clarinete. Mu bonico todo. Poco a poco, se ha ido marchando el personal de las embajadas y el ambiente se ha relajado más, pero no nos hemos quedado mucho rato de sobremesa. Había que planear el viaje.

A partir de mañana, pasadas las fiestas de guardar, viviremos más a fondo la calle marfileña y nos adentraremos en la campiña para descubrir aldeas, gentes, playas, selvas y -ojalá- hipopótamos y chimpancés. Las restricciones siguen, el Este nos está vedado y, no aconsejan a expatriados viajar en transporte público.

Así pues, viajaremos al Oeste, sin más guía que algunas recomendaciones y con el afán de explorar el África auténtica, lejos ya de los hombrecillos del Monopoly.







  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

.......................NOCHEBUENA........

A punto de ponerme a pelar patatas para hacer una tortilla patria a mis anfitriones de esta noche, me tomo unos minutos para escribir unas líneas de mi llegada a África.

Después de 36 horas desde que mi madre me despidió en la estación de autobuses, llegué ayer al filo de las once de la noche hora local. Lo primero que me sorprendió antes mismo de aterrizar fue la tremenda oscuridad de Abiyán durante la noche. A diferencia de Accra (Ghana), donde hicimos una escala técnica un par de horas antes, la capital de Costa de Marfil presentaba apenas unas pocas zonas iluminadas de manera lánguida y casi nada de trafico en sus calles.

Nada más salir del avión recibí, por un lado, el tortazo de un calor pegajoso y denso propio de una zona tan próxima al Ecuador. A ese tortazo, le siguió un manotazo del oficial de fronteras, ya que entre lo grogui que estaba y lo poco que sé de francés, no debí de entender muy bien las indicaciones que me daba para obtener mis huellas dactilares.

Pasados los trámites y después de que un policía de la aduana me pidiera 10 euros sin ningún tipo de pudor -a lo que me negué haciéndome el loco- me encontré con Anne Laure y el chófer de la ONG que me esperaban desde hacía un buen rato.

Abrazos, besos y presentaciones... Y ya estaba rodando por el África negra, un continente desconocido y misterioso que poco a poco voy desvelando. El coche,de Save the Children, con matrícula diplomática, salvó varios controles policiales sin contratiempos. Mientras los agentes, Kalasnikov en ristre, nos daban paso, Anne me explicaba detalles de la ciudad -las exiguas luces navideñas han sido financiadas por el
Barça, por ejemplo- o de la guerra de 2010: los barrios más afectados, parques intransitables en los que aún se apostan opositores armados, y de cómo la estabilidad del país se puede ir al traste en cuestión de segundos. "La semana pasada, en el barrio de Youpougon asaltaron una comisaría, es por eso que hay que tomar precauciones".

Algunas de ellas son por ejemplo perdernos la bonita zona de Grand Bassam, en el sudeste del país, declarada "zona roja", hace unos días. También el chalé que pone a nuestra disposición la ONG tiene grandes medidas de seguridad: agente las 24 horas del día, alambre de espino, puertas de acero en cada habitación y teléfono vía satélite. Todo esto se debe a que la casa fue diseñada durante la guerra para evitar asaltos. Ahora que hay paz, en unos meses la ONG la venderá al mejor postor.

Es un caserón amplio y luminoso, con un pequeño jardín e incluso una piscina donde refrescarse en las horas de mayor calor. A menudo recorren paredes y muebles unos lagartos tipo iguana de aspecto descarado, con la cara y la cola rojas y el cuerpo negruzco, que cabecean todo el tiempo. Inspirado por mi héroe Frank de la Jungla, he intentado dar caza a un par, aunque con relativo éxito.

Por el día, el barrio en el que nos encontramos es populoso y animado. Hemos comido mandioca y pollo asado en un "maqui" o cantina local. Las calles son ruinosas y junto a los muros se acumulan cascotes y desperdicios, pero el mal estado de las infraestructuras se ve compensado por el carácter alegre y hospitalario de los lugareños.

A partir de mañana profundizaré en la cultura y el día a día de este país. Hasta entonces, pasaré la Nochebuena acompañado de ocho cooperantes. Espero aprecien las tortillas y el jamón serrano que, por cierto, logró traspasar la aduana.

¡Feliz noche y feliz Navidad!




  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

...............VELADAS AEROPORTUARIAS

A fuerza de repetir, uno va adquiriendo una experiencia que hace más llevaderas las incómodas veladas en el aeropuerto esperando combinaciones aéreas rocambolescas. En esta ocasión he batido un récord: 14 horas seguidas encerrado en la terminal. Ayer me crucé todo el Mediterráneo de Oeste a Este. Hoy trazaré una diagonal por encima del Sáhara y África Central hasta Costa de Marfil.
A la vuelta, el tiempo de espera en este mismo aeropuerto será incluso mayor, con la diferencia de que será durante el día, lo que me permitirá visitar tranquilamente Estambul.

Me acabo de despertar en el aeropuerto de Ataturk. A través de los grandes ventanales de la terminal veo un flujo continuo de aviones de la Turkish Airlines que aterrizan y despegan con mayor frecuencia que el paso de las villavesas por la plaza de Merindades. Este de Costantinopla es el aeródromo más atestado en el que he pernoctado. Mucho más que el inmenso Newark. Aunque pienso que la razón principal puede ser las fechas navideñas.

Aterrizamos ayer en medio de una densa niebla al filo de las once de la noche después de un vuelo algo turbulento, especialmente al sobrevolar los Balcanes.

Uní mi destino accidental de viajero "on transfer" al de Alba, una canaria de Las Palmas que actualmente estará volando a Nueva York. Después de tomarnos una cerveza turca por la que nos cobraron 8 euros la unidad, decidimos que matar el rato en un bar era económicamente inviable para nuestros bolsillos. Así pues, procedimos al siempre penoso proceso de hallar un rincón en el que depositar los huesos lo más dignamente posible.

Encontramos una fila de butacas toda vacía, así que por lo menos podríamos tumbarnos, un privilegio infrecuente en estas ocasiones. Como he dicho, si acumulo en mi experiencia viajera horas de vuelo, no son menos las horas de tiradez en aeropuertos, ya sea a causa de enlaces eternos o de huracanes. Así pues, en mi macutillo de mano me acompañaba todo lo necesario para hacer de mi pernocta un trago lo más llevadero posible: almohada hinchable, antifaz y tapones (todo ello cortesía de Qatar Airways en mi anterior periplo asiático), cepillo de dientes, libro, botellín y un saco sábana fácilmente transportable de Coronel Tapioca que sisé del cuatro de mi hermano a última hora.

Recién levantado, y habiendo descansado a duras penas, despertándome a ratos por la cháchara intempestiva de un par de gringos, ahora hecho en falta ese tercer bocadillo que mi madre quiso que llevara y que yo deseché por falta de espacio.

Así que cuando me haya aseado, buscaré un café donde recargar energías (las propias y las del móvil) y matar el tiempo, lento y tedioso. El tiempo se mata con dificultad. Se puede hacer leyendo, observando el trasiego de otomanos y turistas internacionales de aquí para allá, tomando café, paseando o escribiendo estas líneas. Así hasta tomar el avión a las 13,45.

Cuando lo haya hecho, aún deberé cruzar África, unas nueve horas más de viaje. Solo de pensar en que el regreso es similar, me dan ganas de seguir el consejo que me dio la canaria: "Muyayo, ¿Y no te sale mejor volverte en patera?".






  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

…………DESPEDIDA………

Apenas había empezado a almacenar polvo mi macuto y ya lo he vuelto a sacar del armario para llenarlo de los enseres de costumbre. Ropa de verano, botiquín completito, navaja, cuaderno Molesquine...

Ultimo los preparativos del viaje mientras en el salón de mi piso, ese que comparto en la calle Navarro Villoslada con Edu y con Gabri, un buen puñado de amigos escucha música y bebe cerveza.

Navidad es un tiempo de reunión, en el que amigos y primos regresan de donde quiera que estén para estar con los suyos. Es una buena cosa, esa de la Navidad. Sin embargo, mientras mis amigos se disponen a salir de casa rumbo a los bares, mientras mi padre se va a mi pueblo a comprar unos cabritos suculentos, yo me preparo para irme lejos.

A los nervios propios de cada víspera de un viaje importante, se une esta vez una morriña adelantada. Pronto llega la Nochebuena, y será ésta la primera que paso lejos de mis padres, de mi hermano, de mis abuelas, tías y primos. He quedado la noche del 24 con mi tía Mariví por Skype. Igual me llegan los villancicos de mi familia en directo. Es maravilloso internet.

Costa de Marfil es ahora mismo una incógnita tremenda que ansío desvelar. Para llegar allí tengo que afrontar un viaje de casi dos días vía Estambul. Cosas de los enlaces aéreos. En Bizancio nieva, en Abidján hace 35 grados. Una vez más el hombre vence a la geografía...

Permaneceré en África 15 días, con una guía inmejorable. Mi amiga Anne Laure trabaja desde el verano allí en la ONG Save the Children. Sin duda, saber que me brindará un gran recibimiento mitiga las inquietudes que despierta en mí una parte de la tierra tan lejana y desconocida.

Vacunado ya y pertrechado adecuadamente, -incluido mi viejo fedora-, ya solo queda pasar la noche, mientras mis amigos queman la farra pamplonesa, y subirme al autobús que me lleve al aeropuerto. No habrá entonces miedos. Y más sabiendo que los mayas se equivocaron, los muy jodidos.




  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS